Salí de la función temblando, ligeramente.
Una razón por la que no veo películas de terror en el cine es porque aún cerrando los ojos en las escenas que presiento más aterradoras, la música me destroza. Y eso fue lo que pasó esa noche con Falsarios, dirigida por Carlos Galiano, pues la música me dominó, si bien en ningún momento tuve necesidad ni deseo de cerrar lo ojos. Más bien los abrí todo lo que pude y los mantuve fijos en el escenario, casi siempre sombrío, cuyas paredes movibles se desplazaban como las escenas en el tiempo, hacia atrás, hacia adelante, entrecruzándose, paralelas.
Aunque fui a ver Falsarios atraída por la presencia de Manuel Gold y César Ritter, de cuyo talento he gozado en anteriores obras, esta vez quedé impresionada con la labor de Lizet Chávez a quien desconocía hasta ahora. La fuerte carga emotiva que conlleva su personaje no debe ser fácil de abordar, sin embargo la representación de la actriz se aprecia in crescendo al avanzar la historia.
Falsario: Adjetivo. (1) Que falsea o falsifica algo. (2) Que suele hacer falsedades o decir mentiras. La RAE, como la promoción de la obra teatral, apunta a las máscaras que cargan los protagonistas. Pero las máscaras deberán caer luego, mientras lo que observamos es un universo chirriante, violento, que nos sumerge en la intriga de lo desconocido e incluso desconcierta por sus elipsis temporales, pues al fin y al cabo, incluso el tiempo es un falsario más.
Carlo (Manuel Gold) y Ana (Lizet Chavez), inician el drama, que cual hilo de Ariadna se irá desenredando a través del laberinto de los acontecimientos cuyas consecuencias deben afrontar. Ambos están siguiendo un plan para llevar a cabo un atentado terrorista, están preparados y decididos, así que un pequeño obstáculo en el camino no tendría porqué significar un gran problema. A pesar del contratiempo seguirán adelante y es entonces cuando cada cuál irá revelando su verdadero rostro, del cuál es seguro ni ellos mismos tenían idea.
Por otro lado, Tigre (César Ritter) no tiene ni siquiera un nombre propio, la máscara ha hecho presa de él. Se presenta ante nosotros como Tigre y así lo aceptamos, pero Tigre es también un policía, un esposo, un padre de familia, un falsario. Silvia (Mónica Madueño), su esposa, es víctima de este juego, pero también quien lo alienta a ponerse la máscara, sin tener conciencia de ello.
En resumen, una obra con mucho nervio, inquietante fondo musical, macabro si se quiere, y cuyos falsarios se presentan como piezas de un rompecabezas que irán cayendo hasta conformar el "todo" que recordaremos finalizada la función.
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"Rómpete corazón porque debo contener mi lengua" |
La temporada en el MALI va hasta el 11 de noviembre y las entradas están a la venta en Boletería MALI y Teleticket de Wong y Metro.
Horario: Jueves, viernes, sábado y lunes a las 8 p.m. | Domingos 7 p.m.
Precios: General: S/. 30.00 | Estudiantes, jubilados, miembros del Programa Amigos del Museo (PAM): S/. 15.00 | Viernes y lunes populares: S/. 15.00Mayor información en la página del evento en facebook.
¡Vayan a verla!
Igualmente quedé bien sorprendldo por la gran actuación de Lizet. No me pasó lo mismo con Mónica Madueño.
ResponderBorrarPersonalmente me gustó el lenguaje usado en la obra. Las dos primeras escenas me dieron gran espectativa y al final fue creciendo poco a poco. Punto aparte para la música, que desde los avisos, ya te atrapa.
Si bien me confundieron un poco las escenas iniciales, el impacto que consiguen es preciso para lograr la atención del público y generar la expectativa deseada.
BorrarEs cierto también que el personaje de Mónica Madueño parece el menos conectado de todos. La música, por otro lado, complementa y realza perfectamente la historia.