lunes, 30 de septiembre de 2013

El Teatro Marsano y La Heredera


Si hay algo que me entusiasma es visitar por primera vez un teatro al cual no había llegado antes, y eso fue lo que ocurrió el miércoles pasado por la noche, cuando fui a ver "La Heredera", con Regina Alcóver como protagonista y bajo la dirección de Osvaldo Cattone, en el antiguo Teatro Marsano.

Como mi ruta en pos de teatro a menudo va de la mano con la ruta del Metropolitano, no está demás indicar que el Teatro Marsano se encuentra a unos pasos de la Estación Ricardo Palma: saliendo de la estación a la derecha, dos calles abajo, y dos calles más a la derecha nuevamente. El Teatro Marsano, al parecer, data de la década del 70 del siglo pasado y conserva en la entrada el estilo del frontis con marquesinas de aquellas épocas.

De manera similar a lo que ocurrió cuando visité por primera vez el Teatro Canout (inaugurado en la década del 50) donde destacaba la sensación de antigüedad y desgaste, el Teatro Marsano no oculta las huellas del tiempo. Su conservación es aceptable, sin embargo, considerando lo que debe demandar el mantenimiento de un teatro de su capacidad y que no parece contar con auspiciadores como sí lo hacen otros espacios teatrales. Antes de iniciar la función, por altavoz se escuchaba la invitación a visitar la nueva cafetería ubicada en el segundo piso, en el espacio que corresponde a la sala de Mezanine. También en el segundo piso se encuentran colgados los afiches de las obras que el teatro ha albergado a lo largo de los años, y donde resulta interesante descubrir los nombres de reconocidos actores. De vuelta al primer piso, un joven ubicado a un lado de la entrada a la sala esperaba con una linterna para conducir al público al asiento respectivo. El joven, además, sostenía en la mano una cantidad de programas de la obra que yo esperé me ofreciera, cosa que nunca hizo. Esperé desde mi asiento a que en algún momento el joven manifestara alguna intención de deshacerse de los programas, que tengo por costumbre comprar cuando asisto al teatro, pero una vez que ubicaba a alguien más en su asiento, volvía a la entrada sin mencionarlos. Decidí dejar mi asiento y me acerqué a él. Cuando le pregunté porqué no ofrecía los programas, me respondió que las personas creían que eran gratis y por no incomodar al indicarles el precio, no los ofrecían. Le sugerí como alternativa que le encargara la venta de los programas a una joven pero él insistió en que el resultado era el mismo. Pagué los cinco soles que costaba el programa y regresé a mi asiento.


Una vez levantado el telón, el suntuoso escenario quedó a la vista. Una primera mirada a la sala, antes de prestarle atención a los personajes, resultó corto para apreciar cada decorado, cada detalle, que luego fue cobrando protagonismo al avanzar la obra. La empleada de la casa y dos ayudantes fueron los primeros en aparecer en escena. Cuando le llegó el turno a Hernán Romero, en el papel del acomodado y severo Doctor Austin Sloper, los aplausos invadieron la sala. Otro tanto ocurrió al ingresar Ofelia Lazo, representando a la tía Lavinia, una viuda de carácter alegre y soñador. Las palmas fueron aún más fuertes al hacer su entrada Regina Alcóver, en el papel de Catherine Sloper, una mujer de escasas habilidades sociales, ingenua y dócil, cuyo único atractivo en sociedad pareciera ser la fortuna que le corresponde heredar. El co-protagonista Fernando Bazán, en el papel de Morris Townsend, también recibió el aplauso del público al hacer su ingreso.

Si bien es su debut en el teatro, Fernando Bazán no desentona demasiado con el resto del elenco, a no ser por un detalle que llamó mi atención. Además de ser alto y bastante atractivo, en algún momento el tono de su voz y la manera en que decía algunas frases me recordaron mucho al actor Christian Meier. Considere cada cual si le favorece o no la comparación.

Regina Alcóver, por su parte, hizo gala no solo de su gran talento como actriz sino de un gran profesionalismo, pues supo llevar adelante su personaje a pesar de la dificultad que entrañaba verse privada de la movilidad de un brazo, el cual resultó seriamente lastimado el fin de semana anterior a su presentación. Tímida, desesperada, feroz, son tres caras de Catherine Sloper, que conmueven bajo la interpretación de la renombrada actriz.

En "La Heredera" todo conjuga para perdurar en la memoria: el escenario, el vestuario, las actuaciones, la duda acerca de lo acertado o no de la actitud del padre, y la incógnita acerca de las verdaderas intenciones y sentimientos del joven e impetuoso pretendiente. Si aún no han visto "La Heredera", están a tiempo de ir a verla.



La temporada se extiende hasta el 20 de octubre y las funciones son de miércoles a sábado a las 8:00pm, y domingo a las 6:00pm. Las entradas están a la venta en Teleticket: Platea General S/.80 y Estudiantes S/.40, de miércoles a sábado; domingo popular a S/.50.

A continuación el resumen de la obra teatral, y un video de la versión cinematográfica con una de las escenas románticas que también se aprecia en el teatro.


En el año 1947 Ruth y Augustus Goetz, pensaron para el teatro, en una inspirada adaptación, la historia de Catherine Sloper, una muchacha tímida y acomplejada del Nueva York de 1850. Hija de un rico médico y heredera de una gran fortuna,conoce a un joven del que se enamora, contra la voluntad de su padre que amenaza desheredarla. Efectivamente, el muchacho desaparece al enterarse que ella pierde su fortuna, para volver cuando se entera que el doctor ha fallecido sin cumplir su propósito. Lo interesante de la trama y sus caracteres es que realmente hay un cambio sustancial en los protagonistas, porque ella se endurece y se vuelve manipuladora, mientras él  se derrumba en una inútil búsqueda de bienestar. Fue estrenada en Lima por la compañia de Elvira Travesi con gran éxito en el teatro Segura. Y se representa constantemente en todos los teatros del mundo. Recientemente ha vuelto a Nueva York protagonizada por Jessica Chastain,  tuvo una maravillosa versión cinematográfica dirigida por Willian Wyler y que le valió el Oscar a Olivia Havilland.






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